viernes, 28 de marzo de 2014

Los comentarios están desactivados

¿Cómo se manejan las críticas en la Iglesia-institución?


Como muchos otros medios en todo el mundo, el canal de televisión católico romano EWTN cuenta con su propio espacio en Youtube, tanto en inglés como en español.

Hace poco visité el sitio del canal para verificar algún dato que había visto en cierta emisión de Nuestra Fe en Vivo -espacio conducido por el señor Pepe Alonso-. Debido a las características de la información que buscaba, tras ver el material “bajé” a la sección de comentarios para conocer las opiniones que otros usuarios habían hecho del programa. No vi más palabras que estas: los comentarios están desactivados para este video.

No solamente para ese video; ninguno publicado por EWTN en Youtube puede ser comentado por los usuarios. Me quedé entonces con mi trabajo a medio hacer y con varias ideas en la cabeza que compartiré con ustedes.

Huyo de la crítica como de la peste…

El ejemplo de EWTN es uno entre muchísimos en los que la Iglesia Católica Romana demuestra su aversión y miedo a la crítica. Esta palabra, crítica, es definida por la Real Academia Española en su diccionario de la siguiente forma: examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc.

No se indica en la definición, de ninguna manera, que todas las críticas sean negativas. Sin embargo, la costumbre ha hecho que cualquier comentario que se manifieste bajo el rótulo “crítica” sea identificado por el común de la gente de esa forma y relacionado con expresiones como “ataque”, “complot”, “conspiración”, “confabulación”, “maquinación”, “intriga” y muchas más.

La Iglesia no es ajena a esa situación y mucho menos cuando se sabe que durante más de dos mil años el cristianismo ha sido blanco de críticas; algunas veces con fundamento, otras sin él. En cualquier caso, a quienes nos decimos cristianos nos aterra la idea de que las personas nos señalen y hagan comentarios desfavorables de nosotros; así sean respetuosos, a manera de sugerencias, o francamente burlones u ofensivos, ¡ni hablar! Mejor no nos digan nada.

Yo veo en esta actitud un problema que contradice, e incluso niega, el sentido original de la evangelización entendida como un proceso comunicativo. En efecto, la comunicación implica el intercambio de saberes, opiniones, puntos de vista, miradas del mundo, en un nivel horizontal, de ida y de vuelta en muchos sentidos, que solamente se lleva a cabo en un ambiente de apertura y cercanía intelectual, afectiva, etc., creado por los interlocutores. Tan importante como ponernos de acuerdo acerca del código que emplearemos, es la actitud que tomaremos para usarlo.

La apertura también implica correr un riesgo que me parece inevitable: el riesgo a recibir críticas negativas. No aceptarlas, no saber aceptarlas, desvirtúa la comunicación, le resta fuerza y sentido. En pocas palabras, construye barreras.

La evangelización se hace en la plaza, o no se hace

Pero además del cómo, está el dónde. Quienes viven según el cristianismo se encuentran en un mundo en el que no están en soledad, sino de frente y en permanente contacto con un montón de experiencias, creencias, situaciones e ideas que se mueven sin cesar, y todavía más en el contexto actual. Acá encontramos el concepto de lo público, lo que nos atañe a todos, lo que sucede en la plaza del pueblo por donde pasamos todas y todos. Y lo público es inseparable de la comunicación.

Entonces, y así tenga sus razones respetables (que yo identifico con el miedo a la crítica negativa) ¿qué sentido tiene que EWTN divulgue un video en un espacio público a escala global, como es Youtube, si desactiva los comentarios? Que lo haga podría tener algún (muy pequeño) sentido si los publicara en su propia página. Sin embargo surge una pregunta más compleja: ¿de verdad el canal pretende comunicar, evangelizar cuando se resiste a encontrarse con ideas que le pueden disgustar e incomodar?

También es importante decir que, junto con los comentarios negativos, desaparecen de la escena pública en este caso los testimonios positivos, las felicitaciones, las sugerencias amables.

¡Eso te pasa por pecador!

Mientras escribo estas líneas aparece en los medios la información referente a un nuevo video de la señora María Luisa Piraquive, dirigente cristiana neopentecostal. Tras el escándalo por cuenta de un registro audiovisual suyo en el que señala que las personas con discapacidad no pueden predicar la Palabra de Dios en su institución (“por causa de la conciencia eso queda mal”, fueron sus palabras), el nuevo video muestra a doña María Luisa contando algunos casos en los que, según ella, Dios ha castigado a quienes han criticado o se han burlado de personas pertenecientes a su Iglesia, especialmente dirigentes.




Doña María Luisa es de esas personas que predica un dios chiquitico, de esos que ante una ofensa se llena de la ira más espantosa y destruye la vida de los osados e impenitentes perpetradores. Tan grave como la prédica es la actitud de sus oyentes: los cuchicheos denotan un asentimiento total, real o simulado. Las “pruebas” presentadas por la dama en el púlpito van desde lo grotesco (“un espíritu de risa”) hasta lo macabro.

Y entonces, ¿qué?

Creo que los casos que he presentado (por favor, que nadie los tome como excusas para atacar puntos de vista diferentes o para justificar posiciones, ¡por favor!) plantean ideas muy duras de aceptar para la Iglesia-institución, sea de la denominación que sea, tenga el apellido que tenga:

- En el afán de protegerse, olvida que merece la crítica negativa siempre que se hace con argumentos sólidos, con razones de peso. Y debe tenerla en cuenta. Esta crítica en esas condiciones debe verse como una oportunidad constructiva. Y resulta urgente que la Iglesia la separe de las bravatas y de los comentarios malintencionados (que existen, no se pueden negar) como se separa el trigo de la cizaña, porque si no lo hace perderá oportunidades valiosas de aprendizaje.

- Cumplir con la misión evangelizadora en el marco de lo público implica, necesariamente, enfrentarnos a situaciones no siempre agradables. Tenemos que re-educarnos para saber recibir las críticas contrarias. Y también tenemos que aprender a hacerlas a los demás, no para imponer nuestros puntos de vista, sino para presentarlas como alternativas que se pueden seguir o rechazar en libertad.

- El hecho de que nos critiquen no puede justificar en ningún caso una respuesta ofensiva, ni de palabra ni de hecho, con amenazas y llamamientos al “castigo divino”, concepto que nada tiene que ver con la propuesta de Jesús: no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti.

Los anteriores puntos no van solamente para las jerarquías, sino también 
–muy especialmente- para las cristianas y los cristianos que no hacen parte de ellas, para quienes andan por la plaza pública con mayor asiduidad que los mandos administrativos.

La situación que he presentado en esta ocasión me preocupa todavía más cuando pienso que es el camino ancho hacia una situación horrorosa: el fanatismo. De esto algo hubo en las líneas anteriores. Pero escribiré más acerca de esa insana pasión en mi próxima entrada.


Siéntanse libres de leer, pensar, compartir e, incluso, de disentir.

lunes, 24 de marzo de 2014

La primera entrada

Mi esposa Pilar y yo, desde nuestro proyecto Semilla Joven Servidores de Música, hemos compartido nuestra experiencia de fe a través de la música, la radio y la difusión de temas de salud durante más de una década. En este proceso hemos procurado ser coherentes con nuestra percepción del mensaje de Jesús, que no siempre ha sido la misma (la fe tiene que crecer y madurar con el paso del tiempo), ni ha correspondido a la visión "oficial" (especialmente durante los últimos tiempos). 


También nos hemos esforzado para tender puentes con otras formas de vivir la espiritualidad, tan respetables y tan ricas como la cristiana, al tiempo que invitamos a quienes han visto u oído nuestras ideas a relacionar su contexto personal y social con sus creencias, en vez de separarlos. 

Ha sido un viaje de alegrías y sinsabores, pero siempre con aprendizajes. 

 Durante los últimos meses hemos desarrollado nuestra propuesta especialmente en las redes sociales. Y ahora yo, como comunicador, propongo este espacio para profundizar en algunas de nuestras ideas y opiniones que han generado simpatías, pero también no pocas palabras de reprobación. 

En este blog me propongo relacionar, desde el título y en cada entrada, la fe como la experiencia humana de vivir a Dios en todos los campos de la existencia con la comunicación, el proceso de interacción social democrática, basada en el intercambio de signos, por el cual los seres humanos comparten voluntariamente experiencias bajo condiciones libres e igualitarias de acceso, diálogo y participación (Luis Ramiro Beltrán).

Si la evangelización es la difusión de la fe basada en el mensaje de Jesús, tiene plena relación con la definición de comunicación que he presentado en el párrafo anterior -una de las más interesantes que conozco-, ya que: 

 - Comunicar la fe es expresarla y compartirla de manera horizontal, entre iguales, entre sujetos al mismo nivel, empleando los todos medios posibles de forma respetuosa. 

 - Comunicar la fe es re-descubrir la dignidad de las personas y la del planeta en el que vivimos, del Universo todo. 

 - Comunicar la fe es expresar el pensamiento propio en el marco del respeto, aunque eso suponga ir en contravía del orden establecido. 

 - Comunicar la fe es evitar el adoctrinamiento, la verticalidad en la difusión de ideas, el pensar que tenemos la verdad de nuestro lado de manera absoluta y el desprecio por puntos de vista diferentes a los nuestros. 

- Comunicar la fe es pensar, es tener pleno convencimiento de lo que creemos porque también hemos reflexionado con criterio, en vez de decir "amén" mecánicamente a lo que otros nos plantean.

 - Comunicar la fe es anunciar la Buena Noticia incluso en medio de la marea alta de las dificultades, pero sin pintar un cielo lejano y artificial que nos venda los sentidos y nos genera falsas esperanzas. 

 - Comunicar la fe es encontrarnos con el Dios que camina junto a sus hijas e hijos en el camino de la construcción de un mundo mejor. 

- Comunicar la fe es mantenerse en la lucha por la vida, en un esfuerzo solidario, fraternal.

A partir de estas premisas comienza un nuevo frente de trabajo. 

Sean bienvenidas y bienvenidos a esta experiencia. Siéntanse libres de leer, pensar, compartir e, incluso, de disentir.