martes, 10 de noviembre de 2015

Carta al querido maestro Kaplún


Un meme que hicimos mi señora y su servidor con ideas del maestro Mario Kaplún.


Lo saludo con mucho cariño hoy, 10 de noviembre, cuando se cumple otro año del comienzo de su Viaje Eterno. Yo había anotado esta fecha de manera especial en mi agenda con la clara intención de escribirle esta carta.

Precisamente ayer me sorprendí cuando hice cuentas mientras le escribía a una querida profesora mía de los tiempos de mis estudios de pregrado: ¡han pasado 17 años desde ese 1998! Casi dos décadas. En ese año, yo estrenaba la mayoría de edad legal y comenzaba la carrera de Comunicación. Mientras, usted pasaba los últimos momentos corporales en este planeta, repletico de años y de historias. Desde que le conozco, maestro, siempre me ha llamado la atención este hecho. Unos llegan, otros se van; los primeros tienen temores, dudas, esperanzas, expectativas. Los segundos vuelven a recorrer sus pasos, quieren dejar un legado, se ríen o lloran según la idea que les atraviesa, se someten al juicio del tiempo. Y para rematar, una frustración: usted vino a Bogotá ese año. Y me lo perdí. Pero lo que siguió compensó con creces ese desencuentro. 

Algo de lo que le dije a don Galeano en su momento también se lo digo: no lo he leído mucho a usted, pero sí que lo he escuchado, lo cual es en cierta forma otra manera de leer. Usted hablaba de esos momentos especiales de silencio, de concentración, de reflexión en su cocina, con el infaltable mate al lado, pensando en sus guiones. A mí me pasa algo parecido, ¿sabe?: han sido muchas las ocasiones, atareado en cosas del hogar, escuchando sus series, analizándolas, desmenuzándolas con la cabeza, con el corazón, asistiendo a esas clases de producción de radio que han roto todas las barreras del tiempo y del espacio. Cada audición es un viaje a mundos cuidadosamente construidos -la fonda, la escuela, la parroquia, la calle, la fábrica, la mansión, la familia, etc.-, en los que los personajes se encuentran, se des-encuentran, hacen sus propios viajes, sacan sus propias conclusiones, hacen sus propias preguntas. ¿Se los imaginó usted tan independientes?

Quizás, maestro, en algunos momentos la cosa en los guiones que escribió puede parecer un asunto blanco y negro: buenos pobres vs. malos ricos. Afortunadamente, usted sabía que existía ese riesgo. Y supo enfrentar el desafío narrativo: en sus textos, los primeros también tienen sus sombras, mientras que los segundos no necesariamente son una una masa homogénea. Los primeros también la embarran; los segundos también pueden ser sacudidos por las realidades de la vida, cuestionados, confrontados hasta la re-consideración de toda la existencia. Eso sí, usted tomó partido. Usted terció por la gente del común, por el pueblo, por los ambientes que no tienen refinaciones pero sí mucha humanidad cálida, terrena.

Lo único que realmente lamento es que, si bien estoy seguro de que nunca fue su intención opacarla, a su lado no siempre se menciona el nombre de su esposa, doña Ana Hirsz, tan apasionada como usted por la producción educativa de mensajes. Irónicamente, tanto ella como sumercé denunciaron en su momento esa sociedad machista que en buena medida ha causado esta falla. Estoy seguro de que doña Ana debió ser mucho más que Mi Tío Juan, sin restarle mérito a este enorme y delicioso esfuerzo.

Otra cosa, y para terminar: el mensaje cristiano está por doquier en su obra, maestro. Pero no como típico discurso, sino como acción concreta. Como convicción profunda. Como riesgo. Como evolución. Como apuesta que compromete, que sacude, que ofrece un criterio para obrar pero no un seguro para quedarse tranquilo. No me lo imagino a usted yendo por ahí pregonando a grito herido su condición espiritual, exigiendo un respeto que no ha sabido dar primero. Y eso también lo aprendí con usted: el mejor seguidor del mensaje de Jesús de Nazaret, la mejor creyente, habla muy poco y hace mucho, se compromete con los otros, sirve y no espera ser servido, "explica, no condena" para educar. Precisamente, sumercé: para educar como ejercicio de comunicación, la gran pasión de su vida.

Gracias por todas las enseñanzas y por su ejemplo, el cual tratamos de seguir. Será hasta cuando nos encontremos en los terrenos de lo Eterno. 

* * * 

Para conocer al maestro Mario Kaplún:



Ponencia del maestro en el 1º Festival de Radioapasionados y Televisionarios.
Centro de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina - CIESPAL.
Aquí nos cuenta varias aventuras suyas relacionadas con su obra
y con sus proyectos de democratización de la comunicación en nuestro continente.



El padre Vicente, cura de barrio, uno de los más queridos personajes del maestro Mario.
Aquí, una de sus historias, humorísticamente filosófica: "El candelabro volvedor".



Jurado 13, obra del maestro Mario tan dura y humana en su contenido y denuncia
como cuestionada durante su producción.

Cristianos en búsqueda, una propuesta para encontrar las bases del mensaje cristiano
y para aplicarlas a partir del Concilio Vaticano II. Obra especialmente "escandalosa".

Los hijos de Laura Torres, serie escrita a dúo por el maestro Mario
y su esposa, Ana Hirsz, con motivo del Año Internacional del Niño.