lunes, 10 de octubre de 2016

Elementos bélicos en el discurso cristiano institucional y sus implicaciones. Una reflexión desde la coyuntura en Colombia.

     El pasado 7 de octubre, a propósito del día de la Virgen del Rosario, una cantautora latinoamericana de música católica romana publicó en una red social de Internet el siguiente mensaje:
"Un cristiano sin Rosario, es un soldado sin armas" San Miguel Febres Feliz día de Ntra Sra del Rosario! [sic].
      La publicación, hasta el momento de redactar esta entrada, tuvo 416 "me gusta", 42 "me encanta" y un "me divierte". También contó con un buen número de comentarios que, básicamente, manifestaban su respaldo y gusto por las palabras tanto del santo como de la artista. 

     
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Mi respuesta al mensaje citado fue el siguiente:

Pienso que el rosario es una forma hermosa de oración. Pero como creyente en el mensaje de Jesús y, ahora más que nunca, como colombiano, me niego a referirme al rosario como un arma, a pensar en él en términos bélicos. Me niego a pensar en el rosario como una especie de elemento exclusivo, diría incluso espiritualmente elitista, "sólo para católicos", que sirve para "convencer" a Dios de que haga lo que queremos, especialmente cuando pretendemos imponer nuestros puntos de vista, como últimamente he visto en ciertos espacios.
     No obtuve respuesta alguna a estas palabras posteriormente, ni a favor ni en contra de ellas. En cambio, se multiplicaba el respaldo al saludo, especialmente con una palabra repetida una y otra vez: "amén". 

     Aparte de que los hechos relatados reflejan una idea que he expresado anteriormente, esto es, la del "huevo de cristal" en el que pareciera que viven no pocos cristianos cuando se enfrentan a la realidad, hay en la narración un elemento que merece reflexión: los tintes de violencia que existen en el cristianismo y que, de alguna u otra forma, son reconocidos como buenos y, por lo tanto, aceptables.

     La reciente semana ha sido para mi país, Colombia, una montaña rusa emocional y reflexiva alrededor, no de un partido de fútbol o de un reinado de belleza, como es costumbre, sino de algo muchísimo más importante y trascendental para la nación: el tema de la paz. El resultado del plebiscito del pasado 2 de octubre y sus variadas e inmediatas consecuencias han producido situaciones poco comunes, incluso inesperadas. Entre ellas, la discusión en torno al papel que las comunidades o agrupaciones cristianas, tengan el apellido que tengan, han cumplido en el camino hacia la toma de decisiones respecto al proceso de paz adelantado entre el gobierno nacional y las FARC-EP. Me propongo a continuación añadir al movimiento de ideas algunos aportes a partir de la historia y de lo relacionado con el uso del lenguaje en ambientes de fe.

Jesús y Pablo

     Jesús de Nazaret, en su anuncio de la Buena Noticia, comprendió y expresó de manera concreta que el Reino de Dios, un reino de justicia, no era un proyecto agradable para todo el mundo. Sabía que eso de compartir, de denunciar los abusos de los poderosos, de poner delante a quienes siempre han estado atrás, es un discurso altamente peligroso, especialmente para los intereses de las élites. Por lo tanto, el galileo entendió y procuró dar a entender que construir el Reino implica un enfrentamiento entre posiciones contrarias, el cual no se zanjaría de manera cordial. Eso sí, a partir de su propuesta novedosa para la mentalidad de su pueblo y de su tiempo, fue claro y concreto
También han oído que antes se dijo: 'Ama a tu amigo y odia a tu enemigo'. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen. Así ustedes serán hijos del su Padre que está en el cielo; pues él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos Porque si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué premio recibirán? Hasta los que cobran impuestos para Roma se portan así. Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? Hasta los paganos se portan así (Evangelio según Mateo, 5.43-47, versión Dios Habla Hoy).
     Por su parte, Pablo de Tarso, en su muy personal interpretación del mensaje de Jesús, propuso el concepto de las "armas espirituales del cristiano", como una metáfora que guía al creyente en su interacción con la realidad:
Y ahora, hermanos, háganse fuertes en unión con el Señor, por medio de su fuerza poderosa Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan estar firmes contra los engaños del diablo. Porque no estamos luchando contra gente de carne y hueso, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre este mundo oscuro. Por eso, tomen toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan resistir en el día malo y, después de haberse preparado bien, mantenerse firmes.
Así que manténganse firmes, revestidos de la verdad y protegidos por la rectitud. Estén siempre listos para salir a anunciar el mensaje de la paz. Sobre todo, que su fe sea el escudo que los libre de las flechas encendidas del maligno. Que la salvación sea el casco que proteja su cabeza, y que la palabra de Dios sea la espada que les da el Espíritu Santo (Carta a los Efesios 6.10-17, versión Dios Habla Hoy).
San Pablo y su espada
http://caballerodelainmaculada.blogspot.com.co/
2014/09/el-apostol-san-pablo-predijo-la.html
      Tan sólo con la lectura del anterior texto paulino surge una contradicción: ¿anunciar el mensaje de la paz asumiendo figuras bélicas como espadas, cascos y escudos? Una pista para entender esto puede encontrarse si consideramos en qué mundo hablan Jesús y Pablo. Aquel era un mundo dominado por un imperio decididamente fundado sobre la violencia: el romano. A estos dos hombres les tocó enfrentar un poder extranjero en su país para el que el derecho de la fuerza constituía el argumento fundamental de sus acciones; sus respectivos discursos no pudieron sustraerse de aquella influencia, bien sea criticándola, ofreciendo alternativas a la misma o empleándola para dar a entender algún elemento de su mensaje a sus públicos. La dinámica histórica tras Jesús y Pablo siguió dando una desmedida importancia a lo bélico; por cierto que la iglesia institucional que vino tras ellos no pudo, no supo o no quiso enfrentar esa tendencia. Incluso llegó a justificarla y a practicarla.

     En contraste, y en términos generales, el mundo actual es hijo de un siglo XX que tuvo que lidiar con situaciones dramáticas -una guerra mundial en dos asaltos, entre otras- y generadoras de una conciencia que anteriormente no existía, o mejor, que empezó a surgir con el ejemplo de Henri Dunant y su Cruz Roja en el siglo XIX. Para los romanos y otros pueblos de la Antigüedad, dicha conciencia era inexistente, por no decir ridícula y absurda: la conciencia del respeto por la población civil durante los conflictos bélicos, de que no todo es válido cuando dos ejércitos se enfrentan, del socorro y reparación a las víctimas estuvieran en el bando que estuvieran, etc.: en otras palabras, aquellos tiempos y grupos humanos no podían entender que la paz es un estado o situación que forma parte de las necesidades de la Humanidad, así como la libre determinación de los pueblos. Estos ideales que para nosotros, navegantes del siglo XXI, parecieran obvios y naturales, no lo eran en los tiempos de Jesús y Pablo por las razones señaladas. No tener en cuenta este detalle es, a mi juicio, un lío no menor. 

     A partir de lo anterior, el problema para los creyentes cristianos -surgido concretamente de nuestro escaso interés por estudiar seriamente la historia, y especialmente nuestra historia- es que no nos damos cuenta de que en el desarrollo de nuestras creencias seguimos empleando, tanto de palabra como de obra, elementos de violencia que, a la luz de los avances en el tema de los Derechos Humanos y de la búsqueda de la paz, ya no tienen sentido: aún más, son contraproducentes. Un ejemplo concreto es el presentado al comienzo de esta entrada: que el rosario es un arma -¿de dónde vendrá esta idea?-. Y hay otros: el creer que estamos en permanente defensa de la fe, que seguir a Jesús es, sobre todo o de manera especial, una lucha contra las fuerzas demoníacas en vez de un esfuerzo por anunciar la justicia a través de obras de servicio y de misericordia. Y, por lo que he podido observar en los últimos días, estas actitudes tienen una especial influencia en la posición personal que algunos toman frente a ciertos temas. Tomemos por caso lo que se refiere al debate de la paz en Colombia. 


¿Un modelo en la toma de Jericó? ¿Batalla espiritual? ¿Qué intereses hay detrás de este llamado? (Fotografía: Carlos Novoa Pinzón).
     Ciertos católicos romanos han acudido al rezo del rosario-arma espiritual para conjurar el peligro de que el país caiga en poder del castrochavismo, se transforme en una nueva Venezuela o caiga en las garras del homosexualismo a través de la llamada "ideología de género". Y en ciertas comunidades protestantes se han rechazado los acuerdos entre el gobierno y las FARC-EP con el argumento de que su implementación es la puerta abierta al dominio de Satán en Colombia, por lo que sus integrantes, mediante el voto por el NO se convierten en soldados espirituales que libran una gran batalla contras las oscuras y espirituales legiones. Nótese que aquí las dos facciones cristianas más explícita, publicitadamente enemigas, la católica romana y la protestante evangélica, están de acuerdo; como dice Juan Esteban Londoño -cuyo texto citado recomiendo leer-, "en esto sí son ecuménicos". 

     Asumir la práctica de la fe desde estas orillas en la coyuntura en la que nos encontramos ha sido, lamentablemente, una pérdida de tiempo y de esfuerzo, un total fracaso como seguidores de Jesús, un nuevo ejemplo de que no hemos entendido -o no hemos querido entender- su mensaje y de que no hemos logrado aplicarlo efectivamente como ciudadanas y ciudadanos. Esto es, no hemos estado a la altura de lo que el momento histórico nos ha pedido. Obviamente hay excepciones a esta regla, pero lamentablemente su fuerza es inferior. Se ha impuesto desde las iglesias el asumir y el entender la realidad como un asunto en dos tonos, siempre en blanco y negro, actitudes con las que es imposible comprender la situación actual de Colombia y proceder en consecuencia. Tampoco se puede olvidar que detrás de esas actitudes están intereses particulares que van más allá de la fe, la cual es usada como una excusa para cubrirlos. Especialmente, como señala Londoño, con la cortina del miedo que históricamente ha justificado el armamentismo, sea con lanzas, con ametralladoras... O con rosarios.

La violencia al negar la palabra del otro

     Finalmente, hay que señalar otra forma de violencia en el cristianismo relacionada con el lenguaje, o mejor, con el ejercicio de la expresión de la palabra. Acerca del papel que tuvieron los cristianos evangélicos en el resultado del plebiscito, la revista Semana señaló que "es lógico el interés de los pesos pesados de la política por los jefes del rebaño evangélico". 

     Es lógico, si se entiende que dichos jefes y jefas son en ciertos casos quienes dicen a los integrantes de sus comunidades qué hacer, qué decir y qué pensar, no siempre de acuerdo con los intereses de la grey, sino con los de personas ajenas e incluso con los de dichos líderes. El poder de decisión, por lo tanto, no lo tiene el cristiano "de a pie"; al contrario, este es un peón usado en un juego de ajedrez del cual pareciera no darse cuenta. 

     ¿Dónde quedan entonces la libertad y la responsabilidad de quienes se ufanan por haberle hecho caso al pastor, pero sin asumir su identidad ciudadana, plena de derechos y de deberes? ¿Dónde queda la dignidad de quienes no quisieron considerar otros puntos de vista desde el diálogo porque la pastora se los prohibió explícitamente con amenazas? Se habla mucho de que en esas comunidades se defienden derechos -los de la familia, concretamente-, pero a costa en no pocas ocasiones de negar, y por lo tanto vulnerar, uno importantísimo y fundamental del cual en esos ambientes nadie habla al parecer: el derecho a la comunicación, que se manifiesta especialmente en el pensar con la propia cabeza y con el propio corazón en el encuentro dialogante con los demás. Ciertos líderes señalan que, en el caso del plebiscito, se animó a los fieles a elegir a conciencia "y la gente votó consultando al Espíritu Santo". Esta posición, respetable, es otra forma del problema planteado, pues al fin y al cabo "al pobre Dios lo meten en cada estofado", como dice Mafalda, con tal de evadir la responsabilidad personal, clave también en el derecho a la comunicación.

     Eliminar referencias bélicas del lenguaje en términos de fe y no convertir el uso de la palabra en una forma de dominación de mentes y corazones: dos retos que quienes decimos seguir a Jesús de Nazaret debemos asumir y promover. En Colombia, hoy más que nunca, hay que hacerlo de manera urgente.


La punta

     Como si lo anterior no fuera poco, en mi país ha surgido en los últimos días el debate acerca de si las iglesias y congregaciones religiosas deben o no pagar impuestos. Un amigo y yo conversábamos al respecto y, prácticamente al tiempo, nos acordamos de "al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", frase de Jesús, una de sus expresiones más manipuladas. Por lo tanto, a estas alturas, y si las miramos en su contexto, estas palabras del Nazareno ya no son un argumento válido en este tipo de debates. 

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Carta abierta al futbolista Daniel Torres

El deportista colombiano dice a Juan Manuel Santos que "Jesucristo es el único que puede traer esa paz que tanto anhelamos". 


Daniel Torres.
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Respetado Daniel:

Escribo este mensaje ante todo con mis mejores deseos para usted y los suyos, aclarando que hubiera preferido compartir las siguientes ideas en un encuentro personal, al son de buenas tazas de café, en vez de hacer un escrito público. Pero las circunstancias personales de cada uno de nosotros en el presente lo impiden. Además, el tema que trataré, en el contexto actual del país, merece una difusión y una reflexión amplias.

Ciertos medios colombianos se han referido en las últimas horas a un video-mensaje publicado por usted, dirigido al presidente de la república Juan Manuel Santos, en el que manifiesta su desacuerdo con la gestión del mandatario, especialmente en lo relacionado con el proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP). Su principal argumento es, en sus propias palabras, que "el centro de su gobierno (el de Santos) y de esta negociación no es Jesucristo. Jesucristo es el único que puede traer esa paz que tanto anhelamos. Esa paz que sobrepasa todo entendimiento". También señala que el gobierno actual y sus acciones "no son de Dios ni vienen de Dios" y habla de Jesucristo como aquel que orienta a la ciudadanía a tomar "la mejor decisión". "Esto no se trata de religión", también lo dice usted, "esto es la verdad".

Antes de compartir mi opinión acerca de sus argumentos, debo aclarar que no soy santista, ni uribista, ni pertenezco a ningún "ismo" político -o mejor dicho, politiquero-. Nací en un hogar cristiano católico y me considero seguidor del mensaje de Yeshua de Nazaret, el campesino galileo tradicionalmente identificado en Occidente como Jesucristo. En pocas palabras, digamos que soy un cristiano no institucional.

Creo, Daniel, que usted tiene todo el derecho de expresar su desacuerdo frente a las acciones del gobierno actual y de los recientes sucesos en nuestro país. También me parece que el tono de su video es respetuoso, lo cual en la situación que vivimos merece ser reconocido. Tenga por seguro que no le considero un fanático y que no es mi intención atacar sus creencias. No obstante, desde lo que sé de la historia de la iglesia y desde lo que escucho, observo y vivo a diario, tengo que señalar que sus argumentos religiosos -porque lo son, a pesar de lo que usted dice- no son los más adecuados para alimentar su posición. Dichos argumentos tienen un origen, y de eso quiero contarle.

Hablemos, para empezar, de historia. Si ha existido un momento de cambio determinante para la iglesia-comunidad propuesta por Jesús en Galilea, desarrollada por él junto a un puñado de pescadores y de mujeres, ese es el día en que pasó de ser perseguida por el Imperio Romano a ser reconocida por este como el movimiento religioso principal dentro de sí. Este hecho, aparentemente feliz, tuvo sin embargo un alto precio: los dirigentes de aquellas comunidades de creyentes pasaron de ser profetas anunciantes del amor y denunciantes de injusticias en aquel imperio complejo, a ser funcionarios de una nueva entidad: la iglesia-institución, la iglesia católica, aliada y en no pocos casos servidora del estado romano en aquella época. Esta iglesia es la raíz de prácticamente todos los movimientos cristianos de la actualidad. Y aquel reconocimiento fue una jugada maestra de los emperadores romanos para sostener su poder y para mantener un imperio cansado que, finalmente, colapsó. El campesino galileo de las sandalias rotas y el manto gastado pasó a ser -fue pasado a ser, mejor dicho- un personaje sentado en un trono con lujos y prebendas. Jesús-emperador, emperador-Jesús: esa fue la relación que se estableció entre ellos. Una extraña ecuación, una enorme contradicción, ya que el humilde nazareno fue crucificado, entre otras cosas, por negarse a reconocer la supuesta divinidad y la patente arrogancia del gobernante romano.

Desde entonces, prácticamente cada gobierno en Occidente permeado por ese cristianismo institucional consideró que todas las personas en su territorio -y fuera de él, incluso- forzosamente tenían que seguir los postulados de la iglesia-institución. Y de acuerdo con esta lógica, todo lo que no fuera cristiano era considerado nocivo. La iglesia-comunidad perseguida pasó a ser la iglesia-institución perseguidora, impositiva, negadora de otros puntos de vista, hóstil a otras formas de ver el mundo, empeñada en que todas las personas asumieran su cosmovisión. Y todavía hoy vemos pinceladas -es una manera de hablar- de esta actitud. Por ejemplo, en sus palabras, Daniel, sea usted  o no consciente de esto.

Pretender que Jesucristo, el institucional, el coronado de gloria y majestad entre lejanas nubes, sea el centro de un grupo social, de una nación, es un error histórico que a la humanidad le ha costado sangre, sudor y lágrimas, como decía Winston Churchill. Nos ha costado miles, incluso millones de vidas a nivel mundial durante siglos: ¡nunca sabremos cúantas! Y ese error surge de asumir que Jesús piensa y siente igual que las personas que dicen representarle, sea en la parroquia, en la catedral o en el lugar de culto. Y es que una tendencia fatal es que buena parte de quienes dicen expresar la voluntad de Jesús desde centros de poder político o eclesiástico en realidad han manipulado su mensaje. Es más: lo han traicionado. Un ejemplo basta: las cruzadas. Y seamos honestos, Daniel: ¿cómo cree usted que sería recibido Jesús si volviera a la tierra? ¿No sería recibido por nosotros, quienes decimos ser sus seguidores, con un "para qué vienes a molestarnos" y lo lanzaríamos a una hoguera, como imagina en uno de sus libros el gran escritor Fíodor Dostoyevski? -puede escuchar esa historia aquí-. Su mensaje de justicia nos incomodaría tanto hoy como incomodó en Galilea y en Judea hace ya casi 21 centenares de años. No lo soportaríamos. Y haríamos todo lo posible por deshacernos de él.

Porque resulta que nos quedamos con el Jesucristo coronado, aséptico y edulcorado en el que usted y yo hemos creído -en el que nos han hecho creer- que, entre otras cosas, "viene a traernos la paz" como quien viene a colocar una vacuna sin que tengamos que mover un dedo, y rechazamos al nazareno que no tenía dónde reclinar la cabeza y que gritaba por las calles: "busquen el Reino de Dios y toda su justicia", es decir, esfuércense, ámense entre ustedes con obras de misericordia, denuncien los abusos y la hipocresía de los poderosos, den de comer al hambriento, perdonen a sus enemigos, oren por quienes los persiguen, asuman la responsabilidad de las decisiones que ustedes toman, no vendan ni entreguen sus decisiones a otros que buscan aprovecharse de ustedes, tengan criterio propio, den su vida por un mundo mejor. Si optamos por Yeshua el campesino en vez de por Jesucristo -valga aclarar, si nos quedamos con el mensaje y no nos prendamos del personaje-, en nuestro contexto como creyentes, lo que usted y yo consideramos "la verdad" no tiene que ser la verdad para todo el mundo. Esto se debe a que la vivencia del mensaje cristiano, Daniel, es ante todo personal: puede responder -como puede que no- a las preguntas y expectativas de cada ser humano que se acerca a él. Y de lo particular, en las acciones de cada individuo, pasa a lo general. Como he intentado explicar, el proceso contrario -de lo general a lo particular, y como imposición- ha sido un camino fallido. 

Otro detalle, Daniel: la institucionalización histórica del cristianismo en nuestro país nos ha puesto una venda en los ojos que no nos deja ver que aquí no todos somos cristianos. Hay creencias nativas, hay judíos, hay musulmanes, hay budistas, hay hinduistas, un largo etcétera de espiritualidades que, aunque minoritarias, están aquí, aunque no pocos pretendan hacerlas invisibles. Hay también ateos. Tengo amigos ateos -a quienes también les escribí una carta- y amigos no cristianos desde hace años y desde hace poco. En ellos, como en toda persona, hay luces y sombras. Estoy convencido de que el Dios de la Vida que anunció Yeshua está también con ellos, en ellos. Y me siento feliz de que estén en mi vida; los quiero muchísimo, porque me han enseñado a pensar, a sentir de maneras diferentes, sin dejar en ningún momento de lado mi identidad en Jesús. Nunca he dejado de creer en lo que creo para interactuar con ellos, ni estas interacciones me ha obligado a cambiar mis creencias; al contrario, lo que creo me ayuda a encontrarme con ellos de una manera digna, alejada de facilismos y de romanticismos inútiles. Por ellos, por sus familias, por el enorme valor de sus ideas, de sus creencias y de sus sentimientos, yo no puedo decir lo que usted dice: que Jesucristo es la única opción posible y válida. Y mucho menos ir por ahí imponiéndoles esta idea. Decir y hacer estas cosas sería negarlos, neutralizarlos, deshumanizarlos. Y, en relación a ellos, lo que mi fe me anima a hacer es todo lo contrario.

La paz que usted, yo y mucha gente sueña no llegará solamente porque el nombre de Jesucristo esté escrito con fina caligrafía en las constituciones, en los acuerdos o en los decretos gubernamentales, ni porque los que estén en el poder se la pasen cacareándolo a cada rato. Eso es estéril, Daniel: ¿no dice Jesús "por qué me dicen 'señor, señor', pero no hacen lo que les digo"? Las cosas cambiarán más bien cuando la propuesta ética de Yeshua, el de Nazaret -ética similar a la de muchas otras vivencias espirituales en el mundo, al punto de hablarse de una "ética universal"-, se ponga en práctica en la cotidianidad, en la vida personal de quienes decimos seguirle. Cuando nos juntemos todos en la causa común de construir un país mejor desde y con nuestras diferencias, como si fuéramos un coro de múltiples voces con variadas alturas y timbres que cantan la misma canción: la esperanza. Y de manera especial, cuando los cristianos entendamos que el anuncio del Evangelio es un compartir que no implica de ninguna manera convencer, obligar o adoctrinar, que respeta el derecho de elección de cada quien, el derecho de creer de cada quien. Cuando dejen de existir actitudes extremas y dañinas como las de gente que, diciéndose cristiana, afirma que tomará las armas para imponer sus ideas, actitudes surgidas -lamentablemente- en este momento particular de nuestra historia. Esto me horroriza y confío en que usted también sienta lo mismo. 

No pretendo convencerlo de nada, Daniel. Simplemente le invito a pensar. Y con esta invitación concluyo mi carta. 

Reitero mis mejores deseos para usted y los suyos.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Hacer lío no es "ni tan fácil, ni tan cómodo".

     Es muy difícil permanecer indiferente ante las palabras o las acciones del argentino padre Bergoglio, el papa Francisco. Seguramente, en esto estarán de acuerdo tanto quienes le apoyan y le aprecian, como quienes le critican y rechazan. 

     Esté uno de acuerdo o no con ellas, muchas cosas acerca de varios temas ha dicho el pastor del catolicismo según el rito romano en poco más de tres años . Pero desde hace unos meses hay una expresión suya que me ronda la cabeza, el corazón y el alma, dejándome inquieto: "hagan lío", "hacer lío". Dos palabras que se han convertido en una especie de leitmotiv para católicas y católicos en todo el mundo. El motivo de mi inquietud, sustentado por lo que veo y escucho diariamente, es que pareciera que no se ha hecho suficiente reflexión acerca de las implicaciones de esta frase, lo cual genera especialmente un uso no pocas veces superficial de la misma que le quita el sentido señalado por Bergoglio cuando la propuso en julio de 2013, durante la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Río de Janeiro:


     Habría que volver entonces a leer, a ver y a escuchar el discurso de Francisco en el que aparece por primera vez la expresión. Dicho discurso es una invitación a la juventud que puede resumirse en uno de sus apartes: "Hagan lío, cuiden los extremos del pueblo que son los ancianos y los jóvenes, no se dejen excluir y que no excluyan a los ancianos, segundo, y no licuen la fe en Jesucristo". Estos tres elementos se refieren a la denuncia hecha por el papa de una sociedad que niega oportunidades a la juventud, que deja a las personas mayores en el olvido y al llamado de tomar en serio el mensaje de Jesús de Nazaret, a no "facilitarlo" o "suavizarlo", a darle su verdadero significado. En este punto, el pontífice recomendó a sus oyentes, como criterios de acción, dos pasajes del Evangelio: las Bienaventuranzas y el capítulo 25 de Mateo, del cual -supongo- el pontífice quiso resaltar su parte final, el llamado "Juicio de las Naciones", planteado como lo que tendrá en cuenta Dios para examinar las vidas de las personas.

     Como puede apreciarse, el "hagan lío" surge para un público identificado con la juventud en un contexto explícito, como una manera concreta de aplicar valores del Evangelio ante realidades específicas. No obstante, he escuchado o leído la expresión de labios o en textos de predicadores, músicos, grupos de oración y comunidades en un tono más bien distante de la propuesta hecha por el padre Bergoglio.  

     De manera especial, la frase ha sido empleada con frecuencia como parte de campañas de difusión de eventos católicos: retiros, encuentros juveniles, festivales, etc. Esto es comprensible ya que, como eslogan, la expresión es muy interesante, llamativa y provocadora. Ahora bien, ¿qué tanto de la propuesta papal resumida o identificada con la expresión se encuentra presente en los eventos mencionados? Es difícil saberlo, sobre todo si se tiene en cuenta que existe la tendencia a considerar la presencia de la juventud en la iglesia como una suerte de militancia, de activismo en favor de la institucionalidad eclesial más que como una opción de servicio mediada por la libertad y por la responsabilidad.

     Por estas razones, pareciera que para ciertos sectores de la iglesia "hacer lío" es "hacer ruido" a favor de lo institucional, de la institución: ¡Aquí estamos, mírennos, óigannos! Y esto, en un tono más o menos imperativo, difícilmente propositivo. Y sobre todo: vengan. Vengan al lugar donde está la verdad, vengan con nosotros que sabemos qué y cómo hacer, vengan que nosotros les diremos cómo comportarse. Esto me hace recordar una reflexión del amigo y músico argentino Carlos Seoane en su disco "La marca del sol": "Es notable que, aunque Jesús fue muy claro cuando dijo 'vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva', nosotros lo hemos traducido por 'vengan a la iglesia'. Jesús dijo: 'vayan', nosotros le decimos 'vengan'. ¿Será lo único que entendimos al revés?". 

El "lío", así las cosas, se hace institucional, porque la institución está esperando que acudan a ella. La comunidad, por el contrario, se pone en camino, sale a las calles, sale a los campos y veredas -lo cual también es la invitación de Francisco- para ponerse al servicio de quienes la necesiten. Y no necesariamente haciendo ruido o hablando con voz alta, sino -sobre todo- con las acciones, con el ejemplo silencioso pero efectivo. El profeta Elías, en el Sinaí, solamente encontró a Dios y lo conoció, para mostrarlo al pueblo, en la brisa suave y no en el fuego abrazador ni en el terremoto destructor.

Así han entendido el "hacer lío" en algunos sectores de la iglesia católica según el rito romano. Imagen tomada del Youcat, Catecismo para jóvenes.
     Por otra parte, me temo que el "hacer lío" de Francisco también se ha entendido como un aval papal -una especia de cheque en blanco- para que los católicos justifiquemos institucionalmente nuestra presencia en el mundo en detrimento de maneras diferentes de ver, pensar y sentir el mundo. Y al tiempo que justifica, lo que se cree que es "hacer lío" parece ser una venda que no nos permite ver ni comprender esas otras realidades que estamos llamados a conocer y a valorar. Y, además, el "lío" entendido en los términos expuestos también resulta muy cómodo, exento de dificultades, aséptico: Mario Castellar, amigo sacerdote, alguna vez se preguntaba por qué las comunidades religiosas, laicales o clericales, prefieren realizar las convivencias, los retiros y otras actividades similares en modernas y acogedoras residencias y fincas en plan de aislamiento, en vez de proponerse hacerlas en barriadas, comunas y otros espacios populares para pensar y actuar directamente con la gente conversando, interactuando con ella.

     El papa Francisco ha sido muy claro en su propuesta del "hacer lío" en lo que se refiere al compromiso con la juventud, con las adultas y los adultos mayores. Pero, como puede verse, no es tan fácil entender lo relacionado con tomar en serio el compromiso con el mensaje de Jesús de Nazaret. A manera de propuesta, presento a continuación para terminar un par de elementos que podrían servir para pensar, para discutir y para aplicar esa idea:

Hacer lío es atreverse a tener una mentalidad crítica que no necesariamente es del gusto de quienes son pares nuestros.

     En una entrada anterior transcribí el discurso del rabino Michael Lerner pronunciado en las honras fúnebres del boxeador Muhammad Ali. En este mensaje, el rabino invitaba a actuar como lo hizo el campeón cuando su decisión de negarse a luchar en la Guerra de Vietnam afectó su carrera deportiva. Y a manera de ejemplo concreto, el líder judío pasó de las palabras a los hechos: denunció la represión ejercida por el estado de Israel contra los palestinos y clamó para que este pueblo pueda tener un estado propio. Esta propuesta tuvo que resultar chocante para correligionarios del rabino, especialmente para aquellos que comulgan con el sionismo. 

     De esta forma, el rabino se metió en un problema de manera consciente, pues al hacer un claro llamado de justicia chocó con quienes no lo consideran conveniente. Así nos da el rabino Michael Lerner un ejemplo de lo que es "hacer lío" entendido en los términos planteados por el papa Francisco.

Hacer lío es atreverse a tomar decisiones en favor de otros que pueden sacarnos de la zona de confort en que vivimos.

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     El maestro Mario Kaplún, en uno de sus guiones, nos cuenta la historia de un hombre muy satisfecho con su vida y con su trabajo que desea seguir la fe cristiana porque le han dicho que trae mucha paz, mucha tranquilidad. Pero luego se enfrenta a un complicado dilema: como encargado del personal de la empresa donde trabaja, contrata a una muchacha. La chica demuestra ser una excelente empleada, la mejor de todas, pero el hombre descubre que ella tiene un secreto familiar que, aunque no es su responsabilidad y es ajeno a ella, obliga a despedirla según los lineamientos de la empresa para que el prestigio de la entidad no se vea manchado. ¿Qué hacer, a la luz de esa fe cristiana que añora nuestro hombre? ¿Informar a sus superiores de la situación para que la muchacha pierda un empleo que le ha costado mucho conseguir y él conserve el suyo? ¿O callar, a riesgo de que sus superiores se enteren y así no solamente echen a la chica, sino también al hombre por no informar? Esta última opción implica, además, señalar como motivo del silencio la defensa de los intereses de la muchacha ante una situación injusta. Escuche aquí el desarrollo y el desenlace de esta historia. 

No sobra decir que, en la vida real, las personas -sobre todo si son, o dicen ser, creyentes- se enfrentan constantemente a este tipo de situaciones y a muchos otras similares. Por eso, "hacer lío" a la manera cristiana no es "ni tan fácil, ni tan cómodo", como bien dijo el maestro Kaplún.

viernes, 15 de julio de 2016

¿Ver o no ver la nueva película de Tarzán?

El deportista y actor Johnny Weissmüller intepretando a Tarzán en una película
Ciertas personas han declarado en redes virtuales que se suman al rechazo a la nueva película de Tarzán que se presenta a nivel mundial por estos días. Dicen que no irán a verla.  Dicho rechazo se debe especialmente a que el villano del filme es presentado como "un católico asesino y psicópata que siempre porta un rosario en la mano", el cual incluso usa como arma.

¿Ver o no ver la película? Ofrezco algunas ideas:

1. Entiendo que el asunto del villano proviene de las imágenes mostradas en el adelanto, o trailer, de la película. Las personas amantes del cine saben que, por un lado, un adelanto es eso, un adelanto, y no la película como tal. Por lo tanto, por regla general no se puede hacer un juicio acerca de una cinta tan sólo por su trailer, como no se puede juzgar un  libro por su cubierta. Ha sucedido en varias ocasiones que un adelanto resulta ser tan espectacular, interesante o diciente como decepcionante, aburrida y vacía la cinta completa, y viceversa.

Un trailer no muestra de manera total dos detalles fundamentales para una película: el desarrollo de la trama y el de la personalidad de los personajes. Por ejemplo: ¿cómo podríamos entender, o al menos intentar comprender, la última palabra de Charles Foster Kane, el poderoso magnate de los medios, si en la película de Orson Welles no nos hubieran mostrado sus circunstancias personales -su infancia, su juventud, etc.- y la manera como construyó su imperio?

Así las cosas, muy bien: el villano de la nueva película de Tarzán es un católico asesino. ¿Por qué? ¿Cómo presentan el director y el guionista a este personaje como parte de un todo llamado película? ¿Con qué fines, según presenta ese mismo todo? ¿De verdad es un ataque al catolicismo? Para responder a estas preguntas con argumentos concretos, no hay más remedio que verla de principio a fin.

2. Un rechazo previo a la película en las condiciones señaladas parece ser también un síntoma de quienes entienden -o hemos entendido en algún momento- el ejercicio de la fe como un asunto institucional. Entre las señales de esta actitud está el pensar que una crítica es, de por sí, un ataque. Se trata de un constante estar a la defensiva, actitud que, además, no permite desarrollar elementos fundamentales de la experiencia evangélica como la libertad y la responsabilidad personales. ¿Cómo saber qué sentido tiene algo, si no lo examinamos tal cual es para hacer juicios adecuados? Es un poco como cuando éramos niños y mamá nos decía: "Ni siquiera has probado la sopa de tomate. ¿Cómo sabes que no te gusta?".

Además, se trata de un problema educativo. No nos forman para vivir la fe, sino para protegerla; no nos educan para compartirla -eso que llaman "dar testimonio"- sino para imponerla o, en términos más suaves, para propagarla haciendo la aclaración de que tenemos la verdad en nuestras manos, por lo que cualquier otro tiene que necesariamente aceptar nuestro punto de vista. Se ha dicho que "quienes tienen una fe formada pueden ver la película, pero quienes no la tienen, deben abstenerse de ir al cine". Y entonces, ¿cuándo la fe tierna se robustecerá? ¿Qué es, al final de cuentas, una fe educada, adulta? ¿Por qué no podemos sacar de las críticas, si las hay, un aprendizaje que nos ayude a ser mejores, más coherentes con lo que decimos creer? ¿Es prioridad para la institucionalidad realmente que las y los creyentes tengan un criterio propio, libre y responsable frente a las realidades del mundo?

3. Finalmente, me temo que en el caso propuesto aquí está pasando como cuando la esposa de un gobernador en Estados Unidos se negó a ver "La Vida de Brian", del grupo Monty Python, porque "una amiga le contó que era un filme horrible, blasfemo". La señora renunció a su libertad y para justificarse, para evitar juzgar una película por sí misma, acudió a lo que otra persona le dijo de ella. Sospecho que no poca gente dejará de ver la nueva película de Tarzán siguiendo una actitud similar a la de la señora esposa del gobernador, quien se perdió una película divertidísima que no era blasfema, sino herética y crítica de los formalismos religiosos.

¿Ver o no ver la nueva película de Tarzán? En libertad, en coherencia y en responsabilidad, cada quién que tome su decisión.

PD: De por sí, Tarzán puede ser tanto el canto al "buen salvaje" como la historia paradigmática de la supremacía del blanco europeo en tierras "agrestes y atrasadas". En alguna parte leí: ¿por qué Tarzán puede comunicarse con los animales, pero los nativos no pueden hacerlo? 

No hay que olvidar tampoco cómo se propagó el cristianismo en América, en África y en Asia: "tres guerreros abrieron tus ojos / a una espada, a una cruz y a un pendón", como dice -¡horrible!- una estrofa del himno de la ciudad de Bogotá.

sábado, 11 de junio de 2016

Lo que dijo el rabino Lerner en el funeral de Muhammad Alí. Un mensaje explosivo de solidaridad y justicia.


Muhammad Ali y el rabino Michael Lerner

Las honras fúnebres al boxeador Muhammad Alí que se llevaron a cabo recientemente en Louisville, Kentuky, lugar donde nació el campeón, no solamente expresaron la tristeza generalizada ante su partida, debida a lo que representó el deportista para la cultura mundial. También sirvió como escenario de encuentro entre representantes de diversas religiones.

Entre las palabras ofrecidas a los asistentes por estos líderes, se destaca el discurso del rabino judío Michael Lerner, en el cual manifestó una serie de ideas tremendamente fuertes, dirigidas a los gobiernos de Estados Unidos, Israel y Turquía, como una forma de mantener el legado de valentía que demostró Alí en un momento crucial de su existencia.

Michael Lerner es el rabino de la Sinagoga Beyt Tikkun en Berkeley, California. También es activista político y editor de la revista Tikkun, una publicación judía progresiva interreligiosa.

Comparto con ustedes las palabras del rabino Michael Lerner en el funeral, traducidas libre pero respetuosamente: 

"Maestro de la compasión, Dios de la compasión, envía tus bendiciones a Muhammad Alí, a todos los que lloran por él y a las millones y millones de personas que lloran a lo largo y ancho del planeta. Amén.

Vine aquí para hablar como representante de los judíos en Estados Unidos, para decir que los judíos de nuestro país han asumido un papel importante de solidaridad en la lucha de los afrodescendientes en la nación y que hoy reiteramos esa solidaridad con la comunidad islámica en este país y en todo el mundo.

No toleraremos que los políticos o que cualquier otra persona menosprecie a los musulmanes o los culpe por las acciones de unos cuantos.

Nosotros, los judíos, sabemos lo que es ser despreciados. Sabemos lo que se siente cuando unas pocas personas actúan en contra de las visiones más altas de nuestra tradición. Así, estas visiones como valores de la tradición entera son razones por las que desde la revista Tikkun, una revista de judíos liberales progresistas, pero también una publicación para el encuentro entre religiones, hemos pedido al gobierno de los Estados Unidos que se manifieste ante su similar de Israel, el cual ha reprimido a los palestinos. Que el gobierno sepa que nosotros como judíos entendemos que nuestro compromiso es reconocer que Dios ha creado a todos a su imagen y semejanza y que todos somos igualmente preciosos. Esto es así para el pueblo palestino y para los demás pueblos del mundo.

Sé que la gente de Louisville tiene una relación especial con Muhammad Ali y yo tuve una relación personal con él al final de la década de 1960 cuando ambos fuimos condenados por el gobierno federal y anteriormente, por nuestras diversas manifestaciones contra la guerra en Vietnam. Quiero decir que, aunque él fue aclamado como campeón mundial de los pesos pesados, la verdad es que, con todo respeto por él, los campeonatos de pesos pesados vienen y van, así como los héroes del deporte. Pero algo acerca de Muhammad Alí que hizo la diferencia en el momento preciso fue cuando usó ese reconocimiento para manifestarse en contra de una guerra inmoral y decir "no, yo no iré a ella". Y es por esa razón que decenas de millones de estadounidenses que no están particularmente interesados en el boxeo conocen a Muhammad Ali, ya que él fue una persona dispuesta a arriesgar el inmenso honor y la fama que obtuvo para sostenerse en sus creencias, para decir la verdad al poder cuando la gente a su alrededor le decía "no, no, vas a perder tu campeonato", el cual le fue arrebatado por cinco años. Pero él se sostuvo, dispuesto a tomar ese riesgo por causa de esa clase de integridad moral.

Por eso digo, ¿cómo honrar a Muhammad Ali? La respuesta es ser Muhammad Ali hoy. Eso va para nosotros, todos aquí (en el lugar del funeral) y para cualquiera que escuche. Depende de nosotros mantener esa habilidad para decirle la verdad al poder.

Debemos expresarnos para rehusar seguir el camino de la resignación ante las reglas del juego de la vida. Digan al 1% de la población que posee el 80% de la riqueza que es tiempo de compartirla. Digan a los políticos que emplean la violencia alrededor del mundo y que luego predican el pacifismo a los oprimidos que es el momento de que terminen con sus guerras de drones (aviones no tripulados) y con cualquier otra forma de guerra. Que es tiempo de cerrar nuestras bases militares en todo el mundo para que nuestras tropas vuelvan a casa. Digan a esos que inventaron el encarcelamiento masivo que hay que crear un ingreso garantizado para todos en nuestra sociedad. Digan a los jueces que dejen en libertad a tantos afro-americanos arrastrados por la policía racista, apresados por jueces racistas, muchos de ellos en prisión actualmente por delitos como poseer marihuana, mientras que personas blancas evaden la justicia todo el tiempo.

Digan a nuestros funcionarios elegidos que encarcelen a quienes autorizan la tortura y a aquellos que administran los grandes bancos y las compañías de inversión, quienes causaron el colapso económico de 2008.

Digan a los líderes de Turquía que dejen de asesinar a los kurdos. Digan al primer ministro israelí (Benjamín) Netanyahu que la manera de conseguir seguridad para Israel es detener la ocupación de la Rivera Occidental de Cisjordania y ayudar a crear el estado de Palestina.

Digan a la próxima presidenta de los Estados Unidos que ella debería solicitar una enmienda constitucional para que el financiamiento de las  elecciones nacionales o estatales por el Congreso, por las legislaturas estatales y por otras fuentes de dinero sea prohibido, incluyendo dinero de corporaciones o de individuos o de otras fuentes, y que esos fondos se conviertan en dineros públicos. 

Díganle a ella que la manera de lograr la seguridad nacional no es probar de nuestra parte nuevas formas de dominación. La estrategia de la dominación del mundo para conseguir la seguridad ha sido intentada durante los últimos 10.000 años y no ha funcionado. La manera de conseguir seguridad para los Estados Unidos es convertirse en el más generoso y solidario país en el mundo, no el más poderoso.

Y podemos comenzar con un "Plan Marshall" a nivel doméstico y global para acabar de una vez por todas con la pobreza mundial y nacional, con el problema de quienes no tienen hogar a dónde ir, con el hambre, con la educación deficiente, con la atención de salud deficiente.

Así, quisiera pedir desde la red de Progresistas Espirituales (spiritualprogressives.org) que vengan y se unan a nosotros. Quiero afirmar nuestro compromiso con el bienestar de todos los musulmanes en este planeta, así como con el de quienes son creyentes o con el de los humanistas seculares.

Queremos rendir honores a los musulmanes del mundo para que continúen hoy el ayuno de Ramadán y nos unimos a ellos en el luto por la pérdida de Muhammad Alí y en la celebración de su vida, un gran luchador por la justicia y la paz. La paz esté con él, la paz esté con el profeta Muhammad -Mahoma- la paz esté con toda la humanidad, la paz esté con todos ustedes”.

Vean el video con el discurso del rabino Lerner:



sábado, 23 de abril de 2016

"¡Hijo de la puta!" - La locura de empezar a leer El Quijote

Durante mucho tiempo se ha dicho que el español Miguel de Cervantes Saavedra y el inglés William Shakespeare, dos escritores reconocidos como grandes figuras de la literatura mundial, murieron el mismo día, generando así una relación trascendental de hermandad que refuerza el significado y la importancia de sus obras. Pero si nos quedamos en lo anecdótico, nos llevaremos una gran desilusión: por un lado, parece que no hay consenso definitivo acerca del día de la partida de Cervantes. Por otro, Shakespeare tiene dos fechas de defunción diferentes: 23 de abril y 3 de mayo -dependiendo de qué calendario hablemos: del juliano o del gregoriano-. En fin: ambos murieron en 1616, y con eso basta.

Don Quijote, Sancho, el Rucio y Rocinante 
con el yelmo de Mambrino
Y como se cumplen 400 años de dos legados realmente muy estimables, es una buena oportunidad para abrir, por ejemplo, El Quijote y leerlo de principio a fin de una vez por todas.

Antes de enfrentarme al clásico "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme" con que inicia la obra, recordé algunas ideas del pasado: mi mamá calificando al Quijote como un "viejo estúpido" cuyas locuras horribles tuvo que leer obligada en el colegio, las versiones animadas de don Quijote y Sancho -unas mejores que otras, desde mi punto de vista- y la del comic en tres libros con dibujos y fotografías, las versiones en cine, algunas realizadas y otras que no llegaron a concluirse, etc. Todos estos elementos, que dan testimonio de la trascendencia y de la fama del hijo loco de Cervantes, pueden condicionar su lectura; por eso es muy importante tenerlos en cuenta.

Como usted, soy también un lector y no pretendo dar instrucciones acerca de cómo leer el Quijote. Pero sí compartiré algunas observaciones que he hecho, a ver si pueden servir a otras personas que se sumen a la locura de leer "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha", que es el verdadero título del libro.

En uno de mis textos del colegio dice lo siguiente acerca de La Divina Comedia: 

Indudablemente que solo [sic] los compatriotas de Dante (Alighieri, el autor) que vivieron en su época pudieron gozar en toda plenitud la hermosura del magnífico poema. Los extranjeros que nos vemos obligados a leerle traducido, en prosa y teniendo que distraer constantemente la atención en la consulta de centenares de notas aclaratorias, no podemos percibir más que una sombra de las bellezas de la obra inmortal. 
Algo parecido pasa con El Quijote. Por lo tanto, sería muy útil leerle en una edición que no tenga las anotaciones aclaratorias al final del ejemplar, sino a pie de página. Para evitar aburrirse, y lo digo con toda seriedad, es preferible un texto acompañado de imágenes. Y no está de más hacer una investigación previa de elementos que faciliten la lectura: la biografía de Cervantes, el contexto de su vida y de su obra y comentarios de personas que se han especializado en la obra cervantina. Incluso en Internet se pueden encontrar interesantes documentales que ayudan a dar sentido a lo que puede parecer una pesada carga. Yo creo que, precisamente, la falta de estos elementos justifican hasta cierto punto la opinión de mi mamá.

La Maritornes y el Quijote
En el momento de escribir esta entrada, debo decir que me encuentro en el capítulo 48 de la primera parte del libro. Y tengo que ser honesto: no he leído el contenido completo de todos los capítulos. El hilo conductor de toda la obra es la locura de don Quijote, acompañado por su escudero Sancho Panza, quien se enfrenta a un mundo que está lleno de cosas por arreglar y por mejorar desde su punto de vista. Es una mirada romántica y maravillosa surgida de los libros de caballerías, que son considerados por Cervantes como algo parecido a los reality shows o las telenovelas de hoy: entretenimiento en el mejor de los casos, cosas para bobos en el peor. Esa locura se enfrenta a otras personas, que no ven lo que el hidalgo ve, y por lo tanto no le toman en serio -en algunos casos, aparentemente-. 

Ahora bien, resulta que a medida que Cervantes cuenta las aventuras del Quijote, que prácticamente siempre terminan en desastre, el autor introduce un personaje secundario que cuenta su historia o se presenta en otra historia ajena, y a su vez, secundaria. Y luego aparece otro que hace lo mismo. Y otro, y otro más. Así van apareciendo voces diversas que, lejos de enredar la narración, la complementan. El problema es que estos elementos aparecen de diversas formas: un poema o un personaje que lee una novela pequeña dentro de la misma obra -"El curioso impertinente"-, por ejemplo. Mencioné antes la importancia de una edición con dibujos: su ausencia hace de estos elementos un suplicio total. Es comprensible que haya quien no tenga paciencia para este itinerario. Pero quizás ahí también esté el valor del texto: hay muchas cosas para gustos diversos. Y quien no quiera asumir determinado elemento, pues que se salte ese pedazo sin mayores problemas. Personalmente, evito las partes en verso y me quedo con la prosa. Creo que las partes poéticas merecen su propio espacio y ahora me interesan más las acciones y los diálogos entre Don Quijote y Sancho.

Rocinante, el cura, el barbero y Sancho
Hablando de esta pareja, enfrentarse al libro de manera directa hace que se desmitifiquen ambos personajes. Nos han contado sus historias idealizándolos, casi que volviéndolos unidimensionales: el caballero noble y totalmente bienintencionado que quiere hacer de este mundo un lugar mejor, secundado por un campesino bonachón que trata por todos los medios de lograr que su señor se dé cuenta de la realidad, casi como si fuera su Pepito Grillo. Pues resulta que los personajes de Cervantes son mucho más complejos: Don Quijote es también un tipo que hace las cosas no solamente por filantropía abnegada, sino también porque su nombre sea recordado, lo cual es síntoma de un ego considerable. Este hombre tiende a creer que todo el mundo gira alrededor de él y que siempre tiene la razón. Cuando fracasa y se le dice que así ha sido por no fijarse en la realidad de las cosas, siempre tiene una excusa basada en la imaginación o en lo que ha leído: un mago me cambió los gigantes por molinos de viento, por ejemplo. 

Por su parte, Sancho acompaña a su señor por motivos claramente materiales: una ínsula, honores y posiciones que como campesino jamás logrará. A pesar de que en las primeras aventuras trata de llamar la atención del caballero acerca de cómo son las cosas en verdad, poco a poco comienza a entrar en el juego quijotesco, cosa que sorprende a sus allegados. Sancho es cobarde y tiene memoria de largo plazo acerca de las cosas malas que le ocurren, piensa con su estómago, en ocasiones se enfrenta a su amo en diálogos que desesperan a éste, tiene un refrán o una historieta para todo... En fin: Sancho y don Quijote son seres humanos, como usted y como yo. Y son groseros: de vez en cuando se les sale un hijueputazo. Y son tan interesantes sus insultos como los del capitán Haddock. Esto sí que fue nuevo para mí, y muy llamativo, precisamente por ese aire inmaculado que les han dado:

 -Pues voto a tal -dijo don Quijote, ya puesto en cólera-, don hijo de la puta, don Ginesillo de Paropillo, o como os llaméis, que habéis de ir vos solo, rabo entre piernas, con toda la cadena a cuestas (capítulo 22, p. 181).

Don Quijote habla a los galeotes, entre ellos Ginés de Pasamonte

También llama la atención el hecho de que los allegados a don Quijote -amigos, sirvientes, familiares- pretenden sacarlo de su ilusión con medidas extremas que se justifican en el mundo fantástico del hidalgo: no hay más biblioteca en su casa con libros de caballería porque -dicen ellos- el mago Fritón, digo, Frestón, lo acabó con uno de sus encantamientos. Para hacerle volver a su pueblo se disfrazan de seres irreales y lo encierran en una jaula tirada por bueyes, lo cual refuerza el convencimiento del cautivo de que es víctima de hechizos. Parece muy contradictorio. Y por otra parte ese montón de personajes secundarios con nombre propio -Cardenio, Dorotea, etc.- que aparecen y que conocen a don Quijote, le ven actuar, le oyen hablar y sienten -en esto Cervantes es enfático, me parece- más admiración que pena o ganas de burlarse. Las cosas cambian radicalmente en la segunda parte del libro, pero eso es otra cosa.

Entre la manera de leer el documento, el atreverse a re-pensar la imagen idealizada que de él nos han vendido por años y esa locura que se apodera de todo el texto y no solamente de su protagonista, podemos esperar una experiencia con el Quijote que no tiene por qué ser grata para todo el mundo, pero que sí puede ser un interesante ejercicio que nos dará mucho en qué pensar. La locura de empezar a leer historias humanas todavía vigentes vale la pena, y todavía más si lo que se inicia se concluye. Nos leemos al final del clásico.

El texto sobre la Divina Comedia fue tomado del libro Español sin fronteras 11, de Editorial Voluntad, Bogotá, 1989.

Las imágenes presentadas en esta entrada son de autoría de Gerhart Kraaz y pertenecen a la versión del Quijote editada por Círculo de Lectores S. A., 1965, que es la versión que estoy leyendo y he citado en esta entrada.