Logo del canal Teleamiga |
“José Galat no me ha echado a mí del lugar. Él
canceló mi contrato, vamos a decir las cosas un poco más categóricamente”. Así explicó
Diego Arango, hoy exgerente del canal católico colombiano Teleamiga, su salida
de esta empresa en una entrevista concedida a Blu Radio.
Arango, quien fue explícito en señalar que su
trabajo durante 17 años en Teleamiga ha sido fundamental para el éxito de la
propuesta que hizo al presidente de la Universidad La Gran Colombia durante un
almuerzo en Miami -según sus palabras-, expresó su preocupación frente a la
confusión de la que ha sido presa la audiencia del canal por cuenta de ciertas
ideas de Galat acerca del papa Francisco: “El doctor Galat, que es un estudioso,
un intelectual, un hombre que tiene profundos conocimientos del Apocalipsis y
de las diferentes profecías, revelaciones, privadas revelaciones reconocidas [sic], él ha hecho análisis en donde él
presume –no lo ha afirmado, ¿eh?- [sic],
presume que el papa Francisco puede llegar a ser el falso papa o quien le está
abriendo la puerta al Anticristo para la llegada del gobierno único mundial, y
en ese gobierno se tendrá una religión integral”.
El exgerente y cofundador del canal agregó: “el
doctor Galat tiene argumentos muy poderosos que son entendibles para personas
de alto calibre intelectual. Obviamente, yo no estoy de acuerdo con esas
teorías (pero) de golpe, puede tener razón”. Y aunque está convencido de que su
ex compañero de labores es “un defensor de la Iglesia y de la fe”, cree que el
pensamiento de Galat, difundido a través del canal, ha sido a la larga un
problema para el mismo: “eso a nosotros nos ha afectado, porque en las
parroquias de muchos lugares de Colombia, de diócesis, ya se dice: ‘No se vea
Teleamiga’ y entonces obviamente nosotros vamos a disminuir nuestra audiencia,
que la hemos logrado y a mí me ha tocado trabajar en estos años, 15 años para
poder crecer una audiencia maravillosa [sic]”.
José Galat, por su parte, en declaraciones a Todelar, considera que el asunto del papa expresado por Diego Arango “es una
cortina de humo” que éste elaboró como un “pretexto, cuando supo que tenía que
responder por un cambio (una actualización dentro del canal) (…) y no
respondió”. En todo caso, tiene muy clara su posición frente al papa Francisco:
“me dan grandes dudas algunas afirmaciones de él, de tipo doctrinario, que
contradicen los dogmas. Por ejemplo, que no hay verdades absolutas. Por
ejemplo, que todo el mundo se va a salvar, cumpla o no cumpla los mandamientos,
etc. Son una serie de afirmaciones de tipo doctrinario que suscitan una gran
perplejidad y una gran confusión en la gente. Necesitamos que el papa nos
aclare muchas de estas afirmaciones que él vive haciendo”. Galat agrega:
“(Francisco) es un papa muy distinto a los papas anteriores” que, aunque tiene
cosas buenas, como la popularidad, “no significa que guarde la integridad de la
fe” al negar, según él, verdades de la misma. “¿Cómo nos vamos a salvar
gratis?”, se pregunta Galat a partir de lo que ha escuchado del papa. Y
reitera: “Si tú niegas un dogma, niegas todo”.
Poco tiempo después de estas declaraciones, la
Conferencia Episcopal de Colombia emitió un comunicado en el que “rechaza
enfáticamente las afirmaciones del Doctor [sic]
José Galat y del Doctor [sic] Rafael
Arango, y lamenta que un canal que se autodenomina católico, se deje llevar por
fundamentalismos que ningún bien hace a los creyentes. Esperamos que, después de
una seria y concienzuda autoevaluación, el canal Teleamiga vuelva a transmitir
fielmente la doctrina católica, evitando debates innecesarios que solo provocan
en los fieles perplejidad, desorientación y escándalo”.
Todo el episodio relatado hasta aquí es una escena
más del juego de poder que se desarrolla en la Iglesia Católica según el rito
romano y que suele ocultarse con el fin de no desentonar con el llamado a la
unidad y a la fraternidad, de no quedar mal, de no “dar papaya”. Dicho juego
implica desacuerdos, intereses contrarios que chocan, la necesidad de crear y conservar
influencia, el afán de demostrar con el fin de legitimar posiciones. Se trata
de un panorama complejo en el cual salen perdiendo las personas creyentes, la gente del común que no entiende de teologías ni de
estrategias.
Tengo que reconocer que no soy un “teleamigo” –como
se denomina, en los códigos internos del canal, a su audiencia- y que por lo
tanto no puedo hacer un juicio de valor a todo su proyecto. Pero dentro del
juego de poder que he señalado identifico un elemento en el discurso del canal
que proviene precisa y especialmente del señor Galat y de otra de las figuras
reconocidas de Teleamiga, Rafael Arango Rodríguez, también mencionado en el
comunicado de la Conferencia Episcopal: una obsesión por los “tiempos finales”
y por los “castigos”.
En 2015, en su cuenta de Facebook, el señor Rafael Arango Rodríguez pidió oración rogando por la misericordia de Dios ante la amenaza de un terremoto en Bogotá que se constituiría en un castigo divino por los muchos pecados que en esta capital se cometen. Generó tal alarma que pocas horas después tuvo que hacer una nueva publicación con aclaraciones. Lo que hay que subrayar son las razones ofrecidas para la catástrofe: “abortos incontables, nuevas leyes que conceden ‘derechos’ a los homosexuales, corrupción hasta en la misma justicia, crímenes de toda índole, una juventud desordenada y que se impone sobre la débil autoridad de sus padres…”. Posteriormente Arango retiró ambos mensajes de la red virtual.
Estoy de acuerdo con el señor Arango Rodríguez en
que la nuestra es una sociedad descompuesta. Hay injusticia y crímenes, claro
que sí. Pero el hecho de que en su lista incluyera expresamente referencias a
los homosexuales y a la juventud descarriada genera la pregunta de si el
ofendido en estos casos puntuales es Dios, o es él, Arango Rodríguez, junto a la
gente que piensa como él. Aparte, ¿cómo se puede identificar el Dios del Evangelio
que pretende anunciar el canal Teleamiga con ese dios tipo Enola Gay que, según
Arango y sus videntes anónimos, es capaz de bombardear sin miramientos ni
consideraciones, destruyendo una ciudad en segundos? Es un doble juego, una
doble postura. ¿Dios es Amor, o es un vengador ciego y sanguinario? Ante este
hecho, ¿cómo no va a estar la gente confundida? Claro que ahora la confusión no
está aquí, sino en si el canal está o no del lado del papa. Por lo tanto, hay
más de un motivo para la perplejidad.
Sospecho que la difusión de estas ideas responde a
una postura del señor Galat y de los suyos que se puede confirmar con el asunto
de la despedida de Diego Arango –ignoro si es pariente del señor Rafael-. Dichas ideas son la justificación de un estado de cosas que a ellos no le interesa que
cambie. No hubo ni hay “dudas” frente a figuras como Juan Pablo II y Benedicto
XVI. ¿Por qué ahora sí las hay con Francisco?
Diego Arango habló de dos situaciones concretas, entre muchas, que
preocupan a Galat: el video en que el papa llama al diálogo entre las religiones y su negativa a juzgar a los homosexuales. Ambas son vistas por
Galat y por muchos católicos como señales de la descomposición de la cristiandad, como actos
permisivos con clara raíz maligna, cuando en realidad la primera es un llamado
al respeto mutuo -que, entre líneas, a mi entender señala que los católicos no debemos creer que tenemos el monopolio de la salvación ni que somos superiores a nadie-,
mientras que la segunda es una invitación concreta para practicar la
misericordia. Las sospechas de Galat me hacen recordar las reacciones negativas de no pocos católicos, especialmente de propietarios de
tierras y de medios de producción, cuando el papa Pablo VI, en su
encíclica El progreso de los pueblos, afirmó que “la propiedad privada no
constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto”. Seguramente aquellas buenas gentes afirmaron tajantemente que estas palabras del papa eran bastante sospechosas también: todo un atentado al orden establecido.
Muchas de las palabras del papa Francisco no se
acomodan al pensamiento de personas como Arango y Galat. Sobre todo, las
que según ellos le quitan prestigio y legitimidad a la iglesia institucional, y a un
discurso que, directa o indirectamente, justifica sus propias seguridades y sus
cuotas de poder. Gente como ellos quiere ver en la fe lo que les interesa, en
su beneficio, y con base en esto determinan para otros qué está bien y qué está
mal. Nada hay más alejado del mensaje del Evangelio que su obsesión por los
“tiempos finales” y por los “castigos”, la cual es la verdadera cortina de humo
que cubre el llamado a la justicia, a la misericordia y a luchar por la dignidad
de toda persona. No quieren servir a la gente, sino guiarla según les convenga.
Y esta, a cambio de esta guía, debe sacrificar su propio criterio, su capacidad
de pensar y de hacer preguntas, su derecho a la comunicación. En una palabra, su
dignidad.
Para estos propósitos aluden a sus conocimientos y
estudios, a sus ideas de "alto calibre intelectual", para dar más peso a su mensaje y más autoridad a su figura. Y para tomar más distancia de sus semejantes. Ideas que solamente unos pocos entienden, los mismos pocos que las traducen a la gran masa de simples. Con todo, me
pregunto cómo una persona tan instruida como el señor Galat teme la aparición
de un gobierno único mundial pero no es capaz de ver que este, de hecho, ya existe: se llama neoliberalismo globalizante. Y habría que ver si estaría tan asustado si la única
religión impuesta por ese gobierno fuera el catolicismo, naturalmente tal y
como él lo entiende y como a él le sirve.
Este "asunto Teleamiga" debería ser una lección para todo creyente cristiano, para toda persona que basa su vida en el Evangelio: urge tener el criterio, la valentía y la coherencia para examinar todos los contenidos que se nos ofrecen a través de canales de televisión, emisoras, periódicos, páginas web, etc., que cuenten con el rótulo "católico" o "cristiano", ya que el hecho de que los tengan no es garantía de que todo lo que en ellos se emite es positivo y acorde con el mensaje de Jesús de Nazaret. Y como puede apreciarse en el caso de la salida del señor Diego Arango de una empresa que él concibió originalmente -según sus palabras-, no hay que creer que dichos medios son espacios serafinescos e inmaculados: allí se encuentran mujeres y hombres con luces y sombras, como cualquier integrante de la única raza que existe: la raza humana.
Para terminar, la actitud del señor José Galat me
recuerda un personaje de mi maestro de la comunicación Mario Kaplún: el
respetuoso señor Soto. De él dice así por boca de su inolvidable padre Vicente: “de modo
que Soto invocaba permanentemente al obispo. Para él, la palabra del obispo era
sagrada. Defendía ardientemente al obispo. Atacaba y acusaba de desobediencia
al que se permitiera la menor crítica al obispo. Pero todo eso, mientras creía
que el obispo pensaba como él. Como él quería. Como a él le convenía. Pero
cuando el obispo habló, y dijo lo que a él no le gustaba, ¡se acabó el respeto
al obispo! ¡Se acabó la obediencia al obispo! ¡El obispo también es hereje! ¡A
la hoguera con él también! En fin… Cada día se aprende algo nuevo, Señor”.
Escuche al respetuoso señor Soto aquí:
Escuche al respetuoso señor Soto aquí:
La punta
José Ignacio López Vigil publicó, a finales del año pasado, un nuevo libro llamado Pasión por la radio. Recomiendo este texto que va más allá de una muy interesante propuesta para capacitar y educar a radialistas de nuestra América a través de la estrategia del taller: se trata de un valiente llamado a fomentar, a través de la radio en nuestro continente, valores, derechos y la búsqueda de soluciones a los urgentes problemas que ocasionamos y que, a la vez, padecemos. Léalo: se llevará unas cuantas sorpresas. Puede descargarlo aquí.