El departamento del Quindío (en verde). http://www.turiscolombia.com/quindio1.html |
En el mapa colombiano, el Quindío podría asemejarse a una piedra preciosa ubicada, con todo el arte y la destreza de una colocadora, en el mosaico que llamamos Eje Cafetero o Triángulo del Café, entre las cordilleras Occidental y Central. Aquí están, aquí permanecen, el saco repleto de grano, el arriero, el jeep Willis, los recolectores, las chapoleras -mujeres recolectoras- y los gariteros
-personajes encargados de anunciar con un grito característico a los recolectores la bogadera, bebida refrescante y energizante con limón y panela-, entre muchas otras figuras.
La situación particular de esta zona del país, que poco a poco se ha recuperado después del sismo de 1999, plantea ser estratégico a la hora de una visita. Debido a su tamaño y a las buenas posibilidades de movilidad, se recomienda tomar un tiempo adecuado -digamos una semana, por lo menos- para conocer los municipios del departamento que ofrecen atractivos turísticos y otras comarcas cercanas a él ubicadas, por ejemplo, en la vecina Risaralda. Y establecer una suerte de campamento base en la ciudad capital, Armenia, para facilitar el acceso a ellos.
Génova, Pijao, Córdoba, Buenavista, La Tebaida, Calarcá, Montenegro, Quimbaya, Circasia, Filandia -no Finlandia, valga la aclaración- y Salento conforman junto a Armenia la lista de municipios quindianos. Mucho espacio se requiere para referirse a cada uno de ellos como merecen. Por lo tanto, hablaré tan sólo de uno.
Pero no todo es urbano en lo que a Salento se refiere. No se conoce verdaderamente ese rincón de Colombia si no se acude al Valle de Cocora, reserva que forma parte del Parque Nacional Natural Los Nevados. Cocora -que en el lenguaje de los Quindos significa "princesa indígena" o "estrella de agua"- se puede recorrer a lomo de caballo, si no se teme andar sobre el animal por caminos humedecidos por las lluvias. Aunque no hay nada de qué preocuparse: los humildes corceles conocen perfectamente las rutas y pisan con más seguridad que cualquier humano. O se puede ejercitar las piernas, lo que permite un contacto más íntimo con el paisaje. Abrazando una palma, por ejemplo.
Cocora es el hogar de la palma de cera del Quindío -Ceroxylon quindiuense-, el árbol nacional de Colombia según determinó la Comisión Preparatoria del III Congreso Sudamericano de Botánica celebrado en Bogotá en 1952, decisión oficialmente reconocidea por la Ley 61 del 16 de septiembre de 1985. Entre la altura de cada árbol -entre 60 y 80 m- y la extensión del valle, con la mirada hacia arriba y hacia los lados, cualquier persona debería sentirse minúscula, sin más sentimientos que el agradecimiento, la veneración y el respeto por la Madre Tierra que muestra allí una de sus múltiples caras. No pocas veces, los truenos y los relámpagos de las temporadas de lluvia aparecen para ayudar a recordarle a turistas, visitantes y habitantes locales que son parte de la Naturaleza, no sus propietarios.
Afiche oficial para la protección de la palma de cera |
En Salento se ejercita el sentido estético y en el Valle de Cocora se puede practicar el respeto. Dos motivos, tan sólo dos entre muchísimos, para conocer esa hermosa piedrita verde del mosaico cafetero que es el Quindío.
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