En aproximadamente seis meses comenzará la edición número 31 de la Jornada Mundial de la Juventud, evento que se ha convertido en uno de los más importantes de la Iglesia Católica según el rito de Roma. Gran parte del atractivo que para los integrantes de esta orilla de la cristiandad tiene este encuentro de jóvenes provenientes de todo el mundo se debe a la presencia del papa en el mismo. Y tal como ocurrió en Río de Janeiro hace tres años, es de esperar que la asistencia de Francisco, sus palabras y sus acciones en Cracovia (Polonia) capten la atención de muchas personas a nivel global y, en especial, la de los medios de información.
Lo anterior, sumado al hecho de ver en mis redes virtuales a no pocos amigos emocionados ante lo poco que falta para que puedan viajar a tierras europeas en julio, tras meses de preparativos, de actividades pro-fondos y de acumular ideas y sentimientos, es motivo que me mueve a escribir acerca del tema.
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Vale la pena si...
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No hay que olvidar que, desde luego y como ha sido en ediciones anteriores, a la JMJ de este año no solamente irán creyentes convencidos. También acudirán personas que están buscando respuestas a sus preguntas, a sus inquietudes personales: son personas en crisis a quienes les han dicho que el Evangelio es una opción que puede dar sentido a su existencia. Por lo tanto, su estadía en Cracovia es una de las responsabilidades prioritarias, no solamente para los organizadores, sino de manera especial para quienes irán a tierras polacas con un recorrido amplio por congresos, grupos de oración, vigilias y demás actividades pastorales a cuestas. La JMJ valdrá la pena si quienes buscan no se ven defraudadas, si no resultan burlados por el anti testimonio.
Y otro detalle que hace que la JMJ valga la pena: el peregrino habrá aprendido tanto y habrá entendido tan bien su misión como cristiano, que en un punto dado entenderá que lo más importante no será cruzar el océano, sino aplicar lo recibido en su tierra, compartir lo que se le dio con su comunidad, en su propio lugar, rompiendo las barreras del egoísmo. Emprenderá así un nuevo viaje, el más necesario, sin acumular tantas millas.
No vale la pena si...
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He visto a amigas y a amigos concentrados en asistir a la JMJ de este año -algunos, casi obsesionados- realizando mil y un eventos destinados a la recolección de fondos para llegar a su meta: bailes, bingos, bazares, obras de teatro, conciertos, etc. Hasta aquí, "todo OK". Sus grupos se esfuerzan por hacer cosas de calidad que merezcan la retribución económica esperada con el fin de poder ver cumplido el sueño. Pero aparece el problema de la cajita: el grupo de jóvenes de esa historia no ofreció aquel domingo nada a la comunidad, y esta igual tuvo que darles un aporte económico "porque hay que apoyar a los muchachos", "porque los anteriores domingos sí nos ofrecieron empanadas". A mí eso no me parece justo. Sí, fue solamente por un domingo, pero cuando tienes un gran proyecto entre manos, que sabes que implica sudor y entrega, tú no quieres que te regalen nada. Al contrario: darás tu mejor esfuerzo para merecerlo. No es un buen ejemplo el dejar que te regalen si quieres ir a un lugar tan lejano para gritar que eres discípulo de Jesús. Sobre lo de "gritar" ya escribiré más adelante.
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Finalmente debo señalar que la JMJ se vuelve en un evento tan trivial como la elección de Miss Universo cuando se convierte en un asunto únicamente de auto-referencia. Los medios dicen que se reunieron miles de jóvenes católicos para decir, gritando, "mírennos, mírennos, aquí estamos". Gritan como los niños cuando tratan de llamar la atención de sus mamás para obtener una golosina. ¿La golosina de creer tener la "fe única y verdadera" que es privilegio, mas no responsabilidad? ¿La golosina de la tranquilidad, porque tanta gente reunida no da pie a ningún asomo de equivocación? ¿La golosina de la auto-complacencia, porque viajar hasta tan lejos es un sacrificio por Papá Dios que es un activo que eleva el precio de mis acciones celestiales? ¿La golosina de despreciar manifestaciones religiosas y culturales diferentes, de criticarlas sin saber nada de ellas, creyendo que la presencia en la JMJ da patente de conocimiento absoluto y eterno? Si estas son las motivaciones del peregrino, de la peregrina, la JMJ no tiene sentido. Todo el dinero juntado, todo el esfuerzo hecho, hubieran sido mejor empleados en la tierra propia, donde tantas necesidades hay.
Atención, peregrinas y peregrinos de la JMJ: que no sea así como les escuche el mundo. Fuente: Youcat español - Catecismo joven de la Iglesia Católica. Encuentro, 2011. |
Un amigo alguna vez me dijo: "ustedes, los católicos y su JMJ. Se creen boy scouts en jamboree cada vez que hacen una de esas reuniones. Hablan mucho de Dios en ellas, gritan que son muy creyentes, pero me parece que hacen más por la gente y por el mundo los scouts, quienes no hacen tanta alharaca cada vez que se reúnen a nivel mundial". Sin ánimo de aguarles la fiesta y el viaje a mis amigas y amigos que están preparando su marcha a Polonia, me gustaría que consideraran todo lo escrito hasta aquí, y que piensen antes de tomar el avión. Que piensen, y que actúen en consecuencia. De ustedes depende que la JMJ tenga sentido, o que no lo tenga.
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