viernes, 15 de mayo de 2015

The King is gone, but... (El Rey se ha ido, pero...)

"Lo maravilloso de aprender es que nadie puede arrebatárnoslo".

A Mónica, Jhonathan y Juan José. Esta es la tristeza, el blues.


B. B. King, retratado por Sterling Hudley.
Ilustración para la revista Rolling Stone, agosto de 2008.

Uno se levanta temprano, antes de que salga el sol. Enciende la radio para escuchar las noticias. De pronto, suena una música que es parte de la banda sonora de la vida propia, porque ha construido fibras del cerebro y del corazón. Qué maravilla. Sin embargo, la alerta aparece inmediatamente: ¡esta música no es parte de la programación de ninguna emisora de moda! Y el locutor entonces anuncia: en las últimas horas falleció el intérprete, o el creador de esta melodía que están escuchando, amables oyentes. No es, de ninguna manera, la mejor forma de comenzar el día. 

Me pasó a finales de 2012 cuando me enteré de la partida de uno de mis héroes, el maestro Ravi Shankar. Y me ha pasado hoy, con el anuncio del viaje definitivo de otro de ellos, del maestro Riley Ben King, mejor conocido como Blues Boy King o B. B. King.

Hace más o menos 15 años, caminando por las calles del centro de Bogotá, supe de su existencia, cuando ya llevaba varias décadas ejerciendo su derecho a tocar el blues, como él mismo dijo alguna vez. Fue en un puesto callejero que exhibía colecciones de discos; allí me encontré con él y con los Yardbirds. El disco de B. B. que adquirí en esa ocasión estaba conformado por temas de un concierto ofrecido junto a su banda en Kansas City, en 1972. Bastó escucharlo para entrar por una puerta alucinante al mundo del blues, del cual no me quiero ir. A partir de B. B. conocí a los otros dos kings del blues -Freddie y Albert-, a T. Bone Walker, Muddy Waters, Willie Dixon... A Howlin' Wolf, Leadbelly, Sonny Boy Williamson I y II -que no eran familia, como no eran familiares los tres reyes-... A Buddy Guy, Bukka White -este sí, primo de B. B.-, obviamente a Son House, Bessie Smith y Robert Johnson... Una lista interminable que dio paso a otra, conformada por los estudiantes de estos maestros: Eric Clapton, Jeff Beck, Pink Floyd, Peter Green, Susan Tedeschi, los Manal, Pappo... En fin. 


B B. King de joven.
www.teabreakfast.com
B B. y Lucille.
www.bbking.com





















¿Qué lo hace tan especial? B. B. King tuvo la gran fortuna de ser un músico de blues reconocido y apreciado no solamente por su generación, sino por las posteriores. Si se presentaba en el Festival Crossroads, convocado por Eric Clapton como una suerte de reunión de los mejores guitarristas, su presencia era reverenciada cariñosamente por todos los participantes y, cómo no, por los asistentes. Siendo en la práctica el más joven de las primeras grandes leyendas del blues, de esas que se formaron en el sur de los Estados Unidos a punta de resistencia ante las discriminaciones, la pobreza y las tristes historias de vida, que se inventaron una forma totalmente original y novedosa de cantar, tocar y expresar los sentimientos más profundos, B. B. era como una especie de cable de seguridad que mantiene unidas dos épocas distantes, pero similares en el hecho de que la gente sigue sintiendo tristeza, pero también sigue con ganas de estar alegre a pesar de los pesares, a pesar de las normas y de los protocolos.

Más allá de este "papel de cadena" -una responsabilidad que no es para cualquiera- y de las circunstancias de debilidad que cualquier Homo sapiens tiene que enfrentar y reconocer, B. B. King era un buen tipo. Nunca he visto un concierto suyo -gracias a Internet- en que no le diera a los músicos de su banda la oportunidad de lucirse ante el público, con reconocimiento de nombre y apellido a cada uno tras su intervención. Nunca un concierto en que se tomara buen tiempo para hablar a la audiencia, para no tomarse a sí mismo tan en serio y bromear. Si veía un talento, se daba el gusto de reconocerlo y de mostrarlo tanto a sus pares como a su público. Tengo entendido que una vez que fue a Buenos Aires, conoció y escuchó a Pappo, considerado por muchos como el mejor guitarrista de blues argentino; fue tal el grado de emoción que tuvo al ver al Carpo con su viola y el impacto que generaba en el respetable, que le propuso irse a Nueva York para tocar con él en el Madison Square Garden. Pappo nunca olvidó este detalle.

En las entrevistas, B .B. no se daba importancia y prefería reconocer la de otros. Le preguntó Brian Hiatt de la revista Rolling Stone (agosto de 2008) acerca de cuándo se dio cuenta de que su estilo estaba teniendo una gran influencia. "Bueno, estaba mirando la TV una noche", recordó, " y el cantante de los Beatles, John Lennon, dijo que desearía tocar como B. B. King. Casi me caigo de la silla. Y comencé a pensar: 'Dios, ¿qué estoy haciendo? Es el grupo más grande de la Tierra y el tipo dice eso de mí'. Traté de no creérmela" -no hay que olvidar que Lennon mencionó a King en la letra de la canción Dig It, del disco Let It be-. A renglón seguido, demostró que tenía amor propio, como el resto de mortales: "Pero seguro que pensé en ello. Era como si bajara Jesús y dijera: 'Sí, B. B., eres bastante bueno'". Y probablemente no estaría haciendo referencia a aquello de "somos más populares que Cristo". 

En la misma entrevista también se refirió a sus debilidades musicales, las cuales tuvo en cuenta para elaborar su estilo, característico por el empleo del vibrato al pulsar las cuerdas, las frases sorpresivas que arrancaban en notas agudas y los solos calmados: "yo quería tocar como mi primo Bukka White y otros grandes guitarristas que usaban slide -técnica de guitarra que consiste en deslizar sobre las cuerdas, entre los trastes del diapasón, una forma cilíndrica para producir un sonido muy característico-. Pero tengo dedos muy torpes. No sirven para el slide". ¿Velocidad a la hora de tocar, la obsesión de no pocos guitarristas?  "Bueno, los guitarristas son como los vaqueros en el salvaje oeste. El más rápido es el que practicó más. Pero yo ni siquiera hablo rápido, ¿así que por qué debería tocar rápido? Lo que principalmente trato de hacer es tocar las notas para que tengan sentido, no sólo para mí, sino también para ti. Si subiera al escenario y tocara sólo lo que se me ocurre, probablemente me mirarías como diciendo: '¿qué diablos está haciendo este tipo?'".



De izquierda a derecha: Albert King, B. B. King,
Eric Clapton y Stevie Ray Vaughan.
http://i.telegraph.co.uk/multimedia/archive/02373/stevierayvaughan_2373087b.jpg

Hiatt le preguntó, finalmente, qué pasaba por su mente cuando estaba metido en un solo. B. B. reconoció que nadie le había hecho esa pregunta anteriormente, pero se animó a contestar: "a veces olvido quién soy. Cuando estoy en el escenario, no me pongo a pensar en mí mismo. Pienso en la historia que estoy intentando hacerte entender. Es como hora, hablando contigo: me hace sentir bien que puedas entender lo que intento contarte. Aunque no cuente con todas las palabras, estoy haciendo lo mejor que puedo. Eso mismo es lo que pienso cuando estoy tocando".

Por todo lo expuesto en esta entrada, y especialmente por lo que señalado en el párrafo anterior, puedo comprender por qué aquel niño nacido en Itta Bena, Misisipi, me cautivó desde aquel disco suyo que encontré en el centro de Bogotá. B. B. King fue y seguirá siendo un auténtico comunicador de sentimientos y de ideas a través de la música. Por eso me duele mucho que nos haya dejado, aunque permanecen sus grabaciones. Su guitarra Lucille quizás esté llorando, mas su voz, que se hizo una con la voz de King -impresionante, sentida, auténtica-, seguirá resonando en nuestras mentes y en nuestros corazones. B. B. cantó "el estremecimiento se ha ido" -the thrill is gone-. "The King is gone", pero de alguna forma se queda.

Finalmente, les dejó esta entrevista hecha al artista que cuenta con una animación muy interesante.



Las puntas

Una mención especial como homenaje a las profesoras y a los profesores en su día -al fin, ¿se ganó o se perdió con el reciente paro? Unos dicen una cosa y otros otra-. Y también en el Día de la Banderita, un abrazo para la Cruz Roja. La idea de Henri Dunant sigue sirviendo al mundo. 

Con todo respeto. Parece que al señor obispo de Fontibón, Juan Vicente Córdoba, le pasó lo de la Chimoltrufia en su charla en la Universidad de los Andes: "cuando digo una cosa, digo otra". Quizás su propósito era dar a entender que para Jesús, el de Nazaret, no son importantes las inclinaciones sexuales de quienes siguen su mensaje -y eso está muy bien, realmente bien-, pero escogió expresiones que pueden sonar ofensivas para ciertas personas. Reconozco su entereza en las excusas que ofreció de manera pública posteriormente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario